Sonríe, sonríe y deja que hablen, deja que mientan, deja que engañen, deja que sigan creyendo sus propias mentiras y que las hagan creer a los estúpidos. Tú tranquilo, porque llegará el día en que ya no podrán con ellas y se ahogarán con su propio veneno.
Sólo debes procuparte por ti, ¡vamos!, ¡dales en la puta cara con tu preciosa sonrisa!
Nadie se merece que esa sonrisa se apague, y quien lo merezca
hará que brille con más intensidad día a día.
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