lunes, 17 de octubre de 2011
Y pensar que llegué a amarte como a nadie. Que te entregué mi cariño, sin pedirte nada a cambio. Recuerdo cuando decias que me querias como nunca lo habías hecho y que para ti solo yo y para mi solo tú. Realmente era como un bonito cuento de hadas. Como Peter y Wendy, Simba y Nala, Jassmine y Aladdín... Todo tan perfecto... tan... ¡irreal! Y esque sabía que no todo podía ser tan bonito, que algo fallaría, y cuando algo lo hiciera, me quedaría como en estado de shock, porque sentía que volvía a ser una niña, con esa sonrisa marcada en la cara día a día, con ese brillo en los ojos que por mucho frotar seguía ahí. Lloré como lloran los bebés por la noche. Sangré cual río rojo. Y morí como cuando tal río llega a su desembocadura.
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