martes, 18 de septiembre de 2012

Ella lo preparó todo para una noche inolvidable. Y así fue. Puso las velas de manera que, éstas, señalaban el camino a seguir. Pero antes, dejó un par de notas escondidas con pequeñas porciones de amor, que él debía encontrar. 
Ella lo esperaba en la habitación, aquel que era su "sitio mágico", mientras él seguía paso a paso lo que ella le explicaba en cada nota. 
Cuando terminó, siguió el camino que las velas desvelaban hasta encontrarse una nota en la puerta de aquel lugar en la que ponía:
Querido amor, ya estás a un paso de encontrar tu regalo, pero antes, debes saber que te amo como a nadie, y que si abres esta puerta, serás mío para siempre.
Ella notaba su presencia tras esa puerta, estaba nerviosa, el corazón latía tan deprisa que parecía que en cualquier momento iba a estallar y se le iba a salir del pecho. Entonces, la puerta se abrió, y ahí estaba él, tan guapo como siempre, podría decir que incluso más. Se acercó a ella que estaba tumbada en aquella cama y los dos se convirtieron en uno, se fundieron en una secuencia de placer y dulzura, fue especial, como si el mundo se fuese a acabar en unas horas.
Después de las caricias y los mimos, se despidieron con un apasionado beso que hizo ese momento eterno.

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